El mar y la serpiente
El mar y la serpiente
Bombara, Paula
Buenos Aires
Norma
2005
El mar y la serpiente nos cuenta el relato de una vida, la historia de una familia que es a su vez la Historia reciente y cruel de nuestra Argentina. Con un discurso que es el fluir de la conciencia, del pensamiento, de una niña de tres años, Bombara nos brinda una postal de época.
Papá se fue en bici. Papá se perdió.
Digo, ¿papá se perdió?
La novela divida en tres capítulos busca reflejar desde la estructura aquello que se narra. Así, en la primera parte, “La niña”, la pequeña protagonista nos cuenta en primera persona sus impresiones, fugaces, entrecortadas, como suele ser el relato de la memoria, de un momento vivido pero del que no se tiene conciencia de recordarlo. Fotografías íntimas de un drama familiar que son al mismo tiempo instantáneas de la gran tragedia nacional. Imágenes que no encuentran asidero en el discurso, en el decir, que son ideas, visiones de lo que pasa alrededor, de lo que se escucha pero no se entiende.
En el segundo capítulo, la niña ha crecido, y desde su mirada de pre-adolescente intenta reconstruir su pasado, reordenar sus recuerdos olvidados (¿olvidados realmente?), resignificar la memoria. Finalmente, construir la propia identidad desde la palabra materna, desde el relato cierto que le cuenta mamá.
Por último, nos enfrentamos a “La decisión”, el apartado que cierra la novela. Allí la niña-adolescente debe tomar la voz, apropiarse del discurso y contar su historia. Historia y discurso se ponen en evidencia, se tematizan en esta novela: la necesidad de poner en palabras la memoria, de nombrar los hechos, de contar la historia con términos propios y no ya de otros. Así Bombara nos enseña el momento decisivo en la vida de una persona: asumir la propia identidad frente a los pares, asumirla desde la palabra, desde la voz. Y la escuela parece ser el lugar indicado para que esa epifanía finalmente ocurra: “Composición. Tema… Los desaparecidos”.
Paula Bombara nos presenta un libro que lejos de cerrar puertas, de brindar respuestas, busca movilizarnos, dejarnos intranquilos, incómodos, pensativos. Una novela breve pero intensa, con un manejo simple del lenguaje que apunta tanto al lector adulto como al adolescente. Una escritora que busca representar en la hoja las huellas que dejan las pérdidas que sufrimos de pequeños, que intenta dibujar con palabras las marcas que nos construyen desde la infancia, aún sin siquiera reconocerlas. Un texto fragmentario, infantil por momentos, decididamente infantil, que pone en boca de una niña, y luego de una joven adolescente, la historia cotidiana de muchos argentinos que es al mismo tiempo un capítulo (un pedazo) de la Historia de un país.
María José Rizzo
(agosto de 2013)