Una caperucita roja
Una caperucita roja
Marjolaine leray
Editorial Océano, Colección Travesía, dirigida por Daniel Goldín
Actes Sud
2009
Una caperucita roja
[o la niña que se come al libro]
¿Quiénes son los lectores modelo de los libros álbum? ¿Cuánto tiempo se tarda en leer uno? ¿Pude aprovecharlo realmente un niño? ¿Tienen lugar estos libros en la escuela?
Cada vez que un libro álbum aparece, estas y otras preguntas se hacen lugar entre los presentes. El desafío está planteado y las respuestas emergen, cambian, se bifurcan con cada lectura, con cada mirada, con cada exploración.
Una caperucita roja es el primer libro creado íntegramente por Marjolaine Leray. Esta artista belga ha participado en otros títulos, entre los que se destaca la ilustración de la pieza teatral Le petit Chaperon rouge de Joël Pommenart [Actes Sud; 2005].
Este libro álbum plantea un desafío desde el título. La utilización del adjetivo “una”, hablita el reconocimiento de otras, el resto, de la gran cantidad de versiones del cuento tradicional popularizado por Perrault. Desde este punto de partida, no resultará casual una lectura comparativa con el conocido relato de la inocente niña que va a visitar a su abuelita. Otro aspecto a destacar, desde una primera observación, es el estilo de las ilustraciones. La tapa nos anticipa la estética de todo el libro: el uso de los colores rojo y negro sobre fondo blanco; imágenes sin líneas de borde, realizadas con desprolijos rayones de lápiz. Apenas pocos rasgos que logran con eficacia transmitir las expresiones de los protagonistas.
La historia tradicional se ve alterada desde el comienzo. El conocimiento universal del hipotexto favorece el comienzo in media res con el encuentro entre caperucita y el lobo. El marco narrativo se omite, librándonos de tiempo, espacio y situaciones secundarias. El centro está puesto en ese encuentro desafiante, con reacciones directas de los personajes que conocen bien sus objetivos. Pero seguramente la mayor apuesta está en la inversión del rol de la niña. La jovencita inocente toma las riendas de la historia y, partiendo de la tan conocida interrogación sobre las cualidades de su antagonista, rompe el relato tradicional para mostrar un personaje astuto y con cierto grado de malicia.
Los colores que separan y unen; los cambios tipográficos; la omisión de un marco narrativo que obliga a la reposición y la intertextualidad; el desafío de la inversión de roles que convierte al cordero en lobo; y la lectura entre líneas que plantea el formato de libro álbum desde su naturaleza, hacen de este libro un ejemplar complejo y rico para la lectura de niños y adultos.
Si pensamos, tal como Leicia Gotlibowski (creadora de otro libro álbum sobre el clásico de Perrault) al bosque como una biblioteca, y al lobo como el libro que quiere comerse al lector, aventurarse en las páginas de este libro álbum significará, seguramente, el éxito de haber superado con astucia una prueba difícil. Si decidimos dejar atrás todo tipo de prejuicios para disfrutar de una lectura atrevida, entre líneas (las del texto y las de los dibujos) seguramente podremos gozar de la victoria: le habremos ganado al libro-lobo, tal como le ocurre a esta audaz niñita de rojo vestir.
Mariana Castro