Cualquier tema puede tratarse en la literatura para niños, siempre que el escritor sea un artista capaz de transmitir su visión del mundo sin convertir al texto en un panfleto. Algunos eligen un lenguaje metafórico, como Graciela Montes en Irulana y el Ogronte, donde una interpretación política del texto es pertinente, aunque también se lo puede leer como una vuelta de tuerca sobre los cuentos maravillosos de pequeños héroes/heroínas que se enfrentan a enemigos grandes y poderosos. En otros textos, no se recurre al simbolismo, sino que la referencia a cuestiones políticas es explícita. En cualquier caso, interesa no perder de vista que el texto en cuestión se inscribe dentro del campo de la literatura y, por lo tanto, el lector –para no ser defraudado- pedirá de él que le proporcione una experiencia estética, emoción, humor, identificación, suspenso, palabras elegidas de tal modo que deben ser esas y no otras las que se entretejan en el discurso para contar la historia.
Para los más chicos:
El negro de París, de Osvaldo Soriano, Norma
“Un monte para vivir” (En El monte era una fiesta), de Gustavo Roldán, Alfaguara
De colores, de todos los colores, de Elsa Bornemann, El Ateneo
Oiga, chamigo aguará, de Adela Basch, Colihue
Irulana y el Ogronte, de Graciela Montes, Colihue
Para lectores en carrera:
La composición, de Antonio Skármeta, Sudamericana
La durmiente, de María Teresa Andruetto, Alfaguara
Los viajes del capitán Tortilla, de Federico Ivanier, SM, El barco de vapor
Para los que leen solos:
Piedra, papel o tijera, de Inés Garland, Alfaguara Juvenil
El año de la vaca, de Márgara Averbach, La pluma del gato – Juvenil, Sudamericana
El mar y la serpiente, de Paula Bombara, Zona Libre, Norma
Manuela en el umbral, de Mercedes Pérez Sabbi, Edelvives