Libros ordenados: juegos con el ABC
Libros ordenados: juegos con el ABC
- 18 junio, 2020
- Posted by: Jitanjáfora
Compiladores: Mila Cañón
Año: 2020
Leemos juntos
El abecedario es un dispositivo de enseñanza que ha recorrido múltiples versiones y también aplicaciones. Aprenderlo de memoria, copiarlo, repetir, repetir, repetir, ordenar… En general, estuvo atado a la idea de la memorización y de un paradigma que marcó a generaciones de niños y de docentes que en algún momento imaginaron que con el sólo hecho de copiar, mirar, ordenar o repetir, las niñas y niños se alfabetizarían. Tiempo después la investigación indicó el camino aunque los resabios permanecen, el decorado en la pared de las aulas no falta y algunas prácticas obturan nuevas miradas, sin embargo, hoy se sabe que es un instrumento de uso social para ordenar las palabras y que posee su historia.
Su construcción es un símbolo que atraviesa múltiples producciones, entre ellas también la literatura. La ficción elige el ABC como objeto de representación. En general, existen publicaciones variadas para los primeros lectores, con intencionalidades diversas que en algunas oportunidades se llaman erróneamente literarias, entonces, a veces sólo son libros que ilustran las letras, casi igual que los que cuelgan en las aulas transformados en libros instrumentales; otras veces se diseñan libros para jugar con las letras, reversionarlas, recrearlas o poetizarlas, no solamente para lectores niños. El peso de la ilustración es relevante: antiguas letras, exaltación del diseño gráfico, operaciones intertextuales, profundización de poéticas de autor, operaciones lúdicas, entre otros procedimientos que observamos al armar este itinerario que es sólo una colección entre otras posibles.
Ilustrar las letras: juego, sentidos
Los que juegan con las letras, con el ABC
La reedición del abecedario de Moritz del año 1790 es una apuesta editorial que nos acerca un libro antiguo con valiosos paratextos explicativos, pero más allá de ello, ofrece una versión compleja hoja a hoja para indagar la relación entre la frase de cada página, las ilustraciones no del todo descriptivas, las letras (en cursiva e imprenta) y unos textos descriptivos y tendenciosos que rayan en lo moralizante y se pegan a la época. El caso del Abecedario a mano (2015) de Isol, premiado en 2017 por la Asociación del Libro Infantil y Juvenil de Argentina quizás también juegue con esos elementos tantos años después: frases sugerentes, letras (las cuatro tipografías) y la ilustración que dialoga a veces en forma contradictoria con el texto breve. Se trata de un libro ilustrado que toma recursos del álbum para construir un abecedario de vanguardia en el que las letras de siempre desafían a través de las ilustraciones de esta autora integral. Es un libro que invita al diálogo entre el mediador y el niño ya que en él se discute la relación entre lo grande y lo pequeño, habla del trabajo conjunto y de la ilusión de lo nuevo, de la semilla y de lo que florece, pero sobre todo invita a desentrañar relaciones y sentidos múltiples. En el mismo sentido, el trabajo que se genera en el libro Abecedario. Abrir, bailar, comer y otras palabras importantes, de Ruth Kaufman y Franco Raque, a partir de la opción de una letra y un verboide: ABRIR, LEER, JUGAR, VIAJAR, TOCAR, QUERER… Es un libro que invita a buscar y descubrir en la ilustración mínima de acciones, pequeños “inconvenientes”; el mediador junto a los prelectores y lectores hallan pistas ocultas, sentidos metafóricos…y guiños cómplices para divertirse y jugar.
El Invencionario, producto del Taller Azul, un espacio de exploración artística para niños en Salta, se presenta como una especie de diccionario… pero de palabras inventadas. Los autores, chicos y chicas de entre 5 y 14 años se animaron a generar vocablos nuevos, los ordenaron alfabéticamente y los ilustraron: “Camionpalabra: es el que lleva palabras de un país a otro, para ayudar a las personas a aprender idiomas diferentes”. Esta propuesta de producción puede ser un disparador para generar las propias y armar el diccionario del aula… ¿quién no sintió alguna vez que no encuentra la palabra justa?
Los Animalarios
Bestiarios
El Bestiario de Tolkien es sin dudas un material de lujo para amantes del autor y para todo aquel que disfrute de un objeto artístico ilustrado a varias manos. ¿Quién no recuerda a Ella-Laraña? orcos, trolls, ents, las novelas y sus películas fijaron las imágenes para siempre en los lectores, por ello los bestiarios pueden ser dispositivos que el mediador disponga como puertas de entrada o “final del juego”. Cuando las sagas producen tantísimas secuelas, como en este caso o el de Harry Potter, las producciones muestran elementos maravillosos, en Animales fantásticos, sus bestias conforman un manual de la A a la Z que inicia con la Acromántula, otra monstruosa araña. Diferente es la propuesta del Bestiario de Gustavo Roldán, un objeto hermoso ilustrado por Gabriel Bernstein pero con una construcción que invita a trabajar con lectores entrenados en un explícito homenaje a Jorge Luis Borges y otros clásicos de la literatura universal. Leer este abecedario fantástico de bestias es una oportunidad para revisar los miedos que instala la genealogía literaria pero también el camino lector que reinstala este libro.
Los que ficcionan a partir de las letras
Otra cosa interesante es hallar un corpus de libros que ficcionan a partir del abc. En Los pequeños macabros, Gorey escribe, a partir de cada letra, microrrelatos que dialogan con la ilustración, esto genera un álbum enumerativo de “pequeños malentendidos” que los lectores podrán debatir para llegar a acuerdos de lectura o no.
Por su parte, El circo fantástico de los hermanos ABC deja de lado las palabras sueltas, para presentar personajes circenses a través de breves narraciones. En cada página se despliega una ilustración acompañada por un epígrafe en el cual la letra elegida se destaca en color y donde el juego con el lenguaje no es demasiado notable, al contrario, es en muchos casos tranquilizador. Este recurso y el uso de la imprenta mayúscula se acercan más a la noción de un texto formativo, sin embargo, las ilustraciones presentan el desafío y se tornan las protagonistas del libro. A modo de galería de arte, a cada personaje (o sea cada letra), le fue asignado un ilustrador diferente que supo entrar en juego y guiñar el ojo a los lectores, por ejemplo, la F pertenece al hombre forzudo: “El hombre Forzudo, el más Forzudo del universo, está enamorado. Ya no levanta pesas:¡reparte flores para todos!” y es ilustrado por Pablo Bernasconi. Finalmente, el libro presenta la lista de ilustradores, también de un modo particular. Al lado de cada letra, encuentra el nombre del ilustrador a modo de personaje de circo: “B. Cecilia Afonso Estevez, la encantadora de serpientes”, seguido por la página web del artista. De este modo, el objeto en su totalidad está pensado como una experiencia estética compleja que puede continuar una vez cerrado el libro.
ABC mi primera cocina instala las letras en un espacio íntimo y cada relato describe poéticamente una escena culinaria: en la alacena las mermeladas brillan porque de noche allí duerme el sol, las galletitas con forma de corazón traen el recuerdo de un ser querido, un abuelo que sabe los secretos de las frutas y las verduras… Así, se arma un campo semántico que los lectores pueden alimentar y con el que se puede experimentar para escribir los propios relatos, a partir de los espacios comunes y a la vez íntimos.
Los que piensan a partir del abc: ordenar para saber
Además, el abecedario es utilizado en diversos soportes (libros, sitios, páginas web, manuales) cuya función es informativa y responde a tipologías variadas (recetarios, ensayos, biografías, etc.). El ABC se propone en su sentido más estricto como ordenador de los conocimientos, con o sin imágenes para niños o para adultos, en materiales más o menos lúdicos que invitan a una lectura fragmentaria y poco lineal.
Este orden incita en cierto modo al desorden de la lectura, al abc se entra por cualquier letra. No hay necesidad de entrar a la vida Cortázar por su infancia, cada parte del libro invita a un recorrido, a ver, a leer y a compartir el itinerario de su vida. No es la idea tampoco de uno de los libros recientes de Jorge Larrosa, se ofrece un muestreo, un desorden, si queremos ordenar, eso sí, repetimos el abc y buscamos.