La desobediente
Paula Bombara
Buenos Aires, Loqueleo.
2021

Esta novela de Paula Bombara posee características muy particulares, si se tiene en cuenta que
está considerada como para público juvenil. En primer lugar, se estructura a través de un
intercambio epistolar por el que fluye la narración. En segundo lugar, lleva a los lectores hacia
fines del siglo XVIII. En tercer lugar, Bombara ha logrado que sus personajes hablen una lengua
verosímil para la época, pero no muy distante de la que usarían en la actualidad. En último
término, el lector que se diseña en sus páginas es uno que preferentemente haya leído la
novela Frankenstein, de Mary Shelley. De no ser así, sería útil que algún mediador de lectura
repusiera, aunque sea sintéticamente, el argumento de la misma, ya que hay una relación
intertextual: el Dr. Frankenstein es mencionado varias veces y Florence, la protagonista, llega a
conocer a su monstruosa criatura. De hecho, ellos tienen cosas en común, como la marca de la
cicatriz.

Florence queda huérfana y es adoptada por unos tíos, el profesor Waldman y su esposa
Mildred, quienes ya tenían varios hijos. A través del Profesor, la joven experimenta una intensa
atracción y una enorme curiosidad por la investigación científica. Pero, para su mal, ni la
Universidad ni su tío conciben que una mujer se dedique a esta tarea. De manera que Florence
tendrá que atravesar difíciles pruebas y grandes sufrimientos hasta que descubra que no está
sola en su empeño. Su lema, transmitido por un aliado inesperado, será “Semper fortis”.

Precisamente, las mujeres que desobedecían cualquiera de los mandatos sociales tenían que
ser muy fuertes para resistir las consecuencias de sus elecciones. Por las páginas de este libro
circula un homenaje a las primeras feministas y un cuestionamiento a los hombres que no
dudaron en usar el trabajo de las mujeres para rédito propio, así como también hacia aquellos
que, como el Dr. Frankenstein, no se hacen cargo de la criatura que su ingenio ha dado a luz.

Florence es un personaje que amaría cualquier lector, pero especialmente las jóvenes, que
pueden identificarse con sus diversas facetas: la discriminada, la solitaria, la curiosa, la
desobediente, la enamorada. Su vitalidad es un remolino que cruza el espacio y los siglos y la
sentimos cercana, muy cercana.

Elena Stapich
Junio 2025