Un elefante se balanceaba sobre…
Un elefante se balanceaba sobre…
- 27 abril, 2020
- Posted by: Biblioteca de Irulana
Compiladores: Mila Cañón
Año:
Un elefante se balanceaba sobre…
Un elefante se balanceaba,
sobre la tela de una araña.
Como veía que resistía,
fue a llamar a otro elefante.
- Dubuc, Marianne. Un elefante se balanceaba. Trad. Celia Turrión. Edelvives, 2010.
- Rudyard Kipling. El hijo del elefante. Ilust. Alejandro Firszt. . Edición MI BIBLIOTECA PERSONAL, 2012.
- http://servicios2.abc.gov.ar/lainstitucion/organismos/programa_para_el_acompaniamiento_y_la_mejora_escolar/materiales_de_trabajo/doc/libro_el_hijo_del_elefante.pdf
- Rudyard Kipling (1933). Mowgli. Buenos Aires: Pictus, 2009.
- Jean de Brunhoff. Babar en Villaceleste. Buenos Aires: Librería Faustoi, 1984 (una serie que comienza en 1931)
- Helen Aberson e ilustrado por Harold Peral. Dumbo (cuento sin datos que origina la popular película de Hollywood, estrenada en 1941)
- María Elena Walsh (1966). Dailan Kifki. Buenos Aires: Sudamericana, 1994 *
- María Elena Walsh (1964). Zoo loco. Buenos Aires: Alfaguara. Colección Alfawalsh, 2000.*
- María Elena Walsh (1966) “Doña Trompitelli de Barriguini”. En Cuentopos del Gulubú. Buenos Aires: Alfaguara. Colección Alfawalsh.*
- Doris Dana El elefante y su secreto. En Elsa Bornemnn, Cuentos. Buenos Aires: editorial latinsa, 1977.
- Elsa Bornemann (1975). Un elefante ocupa mucho espacio. Bogotá: Norma, 1996.* Ministerio de Educación, serie Las abuelas nos cuentan, 2013: http://www.planlectura.educ.ar/las-abuelas-nos-cuentan/cuentos/un_elefante_ocupa_mucho_espacio.pdf
- David Mckee (1994). Los colores de Elmer. Madrid: Anaya, 1997.*
- David Mckee (1991). Otra broma de Elmer. México: FCE, 1994.
- Gustavo Roldán. La noche del elefante. Buenos Aires: Colihue, 1995.
- Gustavo Roldán. La noche del elefante. Ilust. Dolores Okecki. Edición MI BIBLIOTECA PERSONAL, 2012. http://servicios2.abc.gov.ar/lainstitucion/organismos/programa_para_el_acompaniamiento_y_la_mejora_escolar/materiales_de_trabajo/doc/libro_el_hijo_del_elefante.pdf
- Ed Young (1992). Siete ratones ciegos. Venezuela: Ekaré, 2000*
- Helme Heine Cuentas de elefante. Traducción de Alberto Cue. México, Fondo de Cultura Económica, 2003. Colección A la orilla del viento.
- Gusti. Medio elefante. México: Abrapalabra, 2004
- María Cristina Ramos. Eleazar y el río. Ilus. Alberto Juárez. Buenos Aires: e.d.b., 2004
- Jimmy Liao. La piedra azul. Trad.. Tatiana Svakhina. México: FCE, 2006
- Satoshi Kitamura. Pablo el Artista. Trad. de Laura Emilia Pacheco y Marisol Ruiz Monter. México: FCE, 2006.
- Colin Hawkins y Jacqui Hawkins (Ilust.). Un alegre elefante, Buenos Aires: Sudamericana, 1977.
- Gilles Bachelet, Mi gatito es el más bestia. Trad.Silvia Masó. Barcelona: RBA Libros, 2006
- Isol. Intercambio cultural. México: FCE, 2010.
- Graciela Falbo. El día que se perdió el elefante. EDEBE 2012*
- Gabriela Keselman. La siesta de papá elefante. Alfaguara, 2006
- Silvina Rocha/Mey. Por qué los elefantes prefieren jugar a la mancha. Colección: Panzada de Letras. Buenos Aires: Pequeño editor, 2013
- Silvina Rocha/Verónica Fradkin. ¡Qué payaso este elefante! Buenos Aires: Quipu, 2014.
- José Campanari y Roger Olmos. ¡Sígueme! Una Historia de amor que no tiene nada raro. España: OQO EDITORA, 2014*
* Algunos de estos libros son parte de los envíos que el Estado Nacional envió y sigue enviando a las escuelas de todo el país o han sido publicados y están en la red.
Palabras para acompañar las lecturas
Cada vez que pasea tan campante
se lleva la trompita por delante.
Mas llevándola atrás
yo pienso que, quizás,
viviría al revés, pobre Elefante.
Zoo loco. MEW
La ternura de Dailan Kifki puede ser el motor para elegir un personaje e indagar en el campo literario de hoy y de ayer sobre su enorme presencia. O también la canción perteneciente a la poesía folclórica, miles de veces cantada, jugada, escuchada y compartida en la primera infancia: Un elefante se balanceaba, que se reescribe y se transforma en el libro de Marianne Dubuc. El mediador estará dispuesto a cantar, a poner en palabras este cuento-canción, y ojalá piense, también, que puede leer por capítulos la novela de María Elena Walsh sobre un elefante abandonado en la puerta de una casa que nos invita a vivir episodios apasionantes y a grabar en nuestra memoria: “¡estamos fritos!”, frente a lo desopilante. Dailan Kifki es una novela extensa que los lectores pequeños y no tanto disfrutan, la historia del abandono es sólo inicial, luego entramos en el mágico mundo del disparate de Walsh y nos instalamos en el lugar del humor que niños y adultos pueden compartir sin recelos. La poética de María Elena Walsh incluye la representación de animales y no abandona a los elefantes:
Atraído por los gritos
Asomase un elefante.
Estiró bien la trompita
Tras las rejas de su cucha,
Pero el pobre era tan miope
Que después de mucha lucha,
En lugar de don Enrique
Levantó la cucarucha.
(Don Enrique del Meñique)
Parece que a María Elena como a tanto otros escritores de distintos lugares del mundo los elefantes no les pasaron desapercibidos y eligieron ficcionalizarlos: Dumbo (norteamericano), Elmer (inglés), Babar (francés), Dailan (argentino), son personajes asombrosos que recorren la literatura infantil universal, y que forman parte del imaginario porque viven en las historias lectoras de muchos, en muchos lugares del mundo, desde hace años; tan famosos se han hecho que el cine, la TV y otros medios los hicieron historias visuales animadas o los transformaron en objetos (ropa, juguetes, libros para jugar…) , o en serie de libros para diversas edades con diversos propósitos, a veces extraliterarios, porque en cada caso lo que prima es el personaje, lo que los lectores, el público, a través de generaciones han hecho con ellos.
Estos personajes, especialmente Elmer y Babar (que llega menos a la Argentina) son parte de numerosas series de libros para los más chicos, por eso, por ejemplo, leemos Elmer y los colores que posee una clara finalidad didáctica y Otra broma de Elmer, un cuento de humor y malentendidos que el mediador de lectura leerá seguramente mirando las ilustraciones.
Por otro lado, los elefantes de Kipling a diferencia de estos que se constituyeron en “personajes populares” de la LIJ, son elefantes que viven en las narraciones clásicas de aventuras, en novelas y cuentos; son elefantes salvajes que forman parte de la escena de la jungla y tal vez de un modo más directo los podemos encontrar en la serie literaria en la que se inscribe el escritor argentino Gustavo Roldán con sus animales antropomorfizados que viven en la selva.
El mediador de lectura muchas veces elige historias con animales porque a los lectores en formación “les gustan”, tal vez se puedan pensar muchos recorridos lectores con animales y específicamente los que retoman elefantes, pero cuando leemos a Roldán sabemos que habrá discusión, que la conversación sobre animales nos llevará hacia cuestiones profundamente políticas, hacia lo real, hacia sus temas de siempre, pero el mediador tendrá que estar dispuesto a escuchar e intervenir; pasará lo mismo con otro libro paradigmático de Elsa Bornemann del año 1975, tantas veces reeditado y prohibido por la última dictadura militar argentina: Un elefante ocupa mucho espacio, porque si la mediación consiste en acercar, en leer con, no hay lectura sin después y este cuento seguramente instalará el diálogo para pensar no sólo en la figura enorme de Víctor si no en los diálogos maravillosos que la escritora produce.
Muchos libros con elefantes juegan con la cuestión del tamaño, muchos están destinados a los primeros lectores. Lo hace poéticamente en Eleazar y el río María Cristina Ramos, Por qué los elefantes prefieren jugar a la mancha de Silvina Rocha, que a su vez habla del juego y puede llevar al mediador hacia ese lado cuando se está leyendo en grupo o ¡Sígueme! que plantea una fasciante historia de amor igual, ¿o desigual?; Mi gatito es el más bestia de Gilles Bachelet continúa el itinerario sobre el tamaño pero supera la apuesta porque es un libro álbum genial y desmesurado para trabajar los distintos niveles de lectura que el mediador tendrá que acompañar durante la escena. Inevitable sumar a Bombo, el elefante de Isol que, como siempre, trabaja con el doblez del lenguaje y la imagen haciendo guiños a los adultos, en este caso poniendo en crisis la relación tan compleja entre la ficción y lo real. En estos últimos libros género, soporte e ilustración ponen en jaque la construcción de las escenas de lectura, a la que el adulto prestará especial atención, pero tal vez este juego sea superado por los Siete ratones ciegos de Young: para saberlo habrá que leerlo.
Quienes perseveramos en la tarea de mediar, quienes miramos el campo de la LIJ sin olvidar a los chicos reales, sujetos de derechos con sus vidas particulares, con el derecho también a disfrutar de las voces, las lecturas de adultos comprometidos que puedan ver realmente elefantes en lugar de sombreros, que puedan seguir siendo niños, cantamos sin reparos, de nuevo, tantas veces como sea necesario a “los recién llegados”:
Un elefante se balanceaba,
sobre la tela de una araña.
Como veía que resistía,
fue a llamar a otro elefante.
Dos elefantes se balanceaban,
Sobre la tela de una araña.
Como veían que resistía,
fueron a llamar otro elefante.
Tres elefantes se balanceaban,
sobre la tela de una araña.
Como veían que resistía,
fueron a llamar otro elefante.
Cuatro elefantes se balanceaban,
sobre la tela de una araña.
Como veían que resistía,
fueron a llamar otro elefante.
Cinco elefantes se balanceaban,
sobre la tela de una araña.
Como veían que resistía,
fueron a llamar otro elefante.
Mila Cañón