La ola
La ola
Suzy Lee
Bárbara Fiore Editora
Calibroscopio
2013
(Edición Especial para el MEN)
La historia de un encuentro inolvidable nos aguarda en La ola, de Suzy Lee. Simple y bello: una niña y el mar. La sorpresa, el temor, la curiosidad y la fascinación del descubrimiento, narrado sin texto escrito, con ilustraciones de una gestualidad prodigiosa – acentuada por la austeridad en el uso de materiales y una paleta reducida- hacen de este libro un objeto estético singular.
En lo que parece ser un apacible paseo por la playa con su mamá, una niña descubre un mar lleno de vida. La relación entre ambos comienza tímidamente. Al principio, la niña y un grupo de gaviotas que la acompañan a modo de coro, se mantienen expectantes y algo temerosas sobre la página par, apenas esbozadas en línea negra. En frente, sobre la página impar, con color y en movimiento se impone, a pleno, el mar. ¿Podrá atravesarse esta barrera?
La autora solamente utiliza carbonilla –material seco- para dibujar a los personajes como la niña, la madre y las gaviotas. Acuarelas –material acuoso-de colores celeste y blanco para representar el mar. Este contrapunto entre lo seco y lo húmedo; el color y su ausencia; el dibujo lineal y la pintura por planos; la página par en diálogo con la impar, no hacen más que reforzar el impacto de estos extraños a punto de encontrarse.
Éste es el juego que nos propone Suzy Lee, al compás del mar que avanza y se retira sobre la arena y una niña curiosa que le teme pero lo enfrenta; huye, pero se arriesga y lo desafía. Así, poco a poco, como espectadores asistimos a la transformación simbólica del escenario, viendo cómo el contacto con el mar paulatinamente tiñe de azul detalles de la niña y su entorno.
En medio de este ritmo juguetón irrumpe estrepitosamente la ola, a doble página, sellando con humor el encuentro. Después del salado revolcón, ya nada queda como antes, hasta el cielo cambia su color. Pero tras el desconcierto, la fascinación. Al retirarse la ola con su avasallante ímpetu, el mar regala sobre la húmeda arena tesoros maravillosos a los ojos de la niña. Los recoge y sonriente comparte con su mamá los preciosos caracoles. Nuevamente el magistral dibujo de Lee hace gala de su talento llenando de sonoridad la imagen, haciéndonos escuchar su alegría en el graznido de las gaviotas.
Una escena enternecedora, intimista y silenciosa, aún nos espera: en cuclillas sobre la arena espejada por el mar que se ha retirado, ensimismada, la niña apoya suavemente sus manos en la masa húmeda y fresca. ¿Se están hablando sin palabras? ¿Se están sintiendo? ¿La niña mira su reflejo en el mar o el mar en su reflejo? Las gaviotas se van volando. Por último, Suzy Lee nos regala una escena final en plano general picado con la postal de la niña junto a su madre saludando al mar. El paseo ha terminado.
En la contraportada la niña nos despide feliz, descalza aún, con una gaviota posada en su cabeza y en su vestido –ahora- azul, nos muestra satisfecha el bastión de su aventura marina, los atesorados caracoles. Y será que a veces los encuentros no resultan como lo esperábamos. En su primer paseo por la playa, ella no se zambulló en el mar, el mar se sumergió en ella y la inundó de bellos e inesperados recuerdos.
Ana Clara Hermida
(Abril de 2015)