Jugar el juego de las formas
Jugar el juego de las formas
- 13 agosto, 2016
- Posted by: Jitanjáfora
- Category: Noticias
Jugar el juego de las formas
Anthony Browne y Joe Browne
FCE
2011
“Querido Anthony Browne:
¿Willy es una persona real o lo inventaste tú?”
(Carta de un niño dirigida al autor)
Sorprende encontrar esta imagen de portada -tan característica de Anthony Browne, el autor e ilustrador inglés de libros álbum- en un formato grande y pesado, con mucho texto pero también con bellas ilustraciones.
No se trata de una de las publicaciones a las que tiene acostumbrados a sus lectores sino de su biografía/autobiografía o, tal vez deberíamos decir, su autobiografía en colaboración. En el prólogo se cuentan los orígenes de este proyecto que tardó muchos años en ver la luz porque el autor consideraba que era muy pretencioso hablar de sí mismo. Por ello, decide simplemente juntarse con su hijo Joe a contarle anécdotas de su vida que éste transcribiría más tarde. Entre los dos van rearmando esas historias, documentándolas con fotos e ilustraciones de las diferentes etapas de la vida de Browne. Esta modalidad de trabajo genera un texto que produce una cercana familiaridad con el autor y una lectura amena.
Se deja entrever una personalidad artística que aparentemente ignora su propia genialidad y trasmite la simpleza del hombre común, o mejor, la del niño que dibuja formas escondidas dentro de otras “porque es divertido”.
No obstante, Browne reflexiona sobre las influencias del surrealismo en su producción, las dudas acerca de cómo trasmitir, el arduo camino desde su formación hasta su consolidación artística, la influencia de su historia familiar en sus obras; y sí, da algunas respuestas al porqué de la recurrencia de los gorilas -humanizados o no- en sus ilustraciones. Pero estas respuestas son posibilidades de interpretación y no desestima otras lecturas. Es más, considera que mejor que sus razones, es la opinión de un niño que opina que Browne dibuja gorilas “porque parecen normales (personas) pero no lo son”. No sólo el autor da lugar en su libro a las voces de los niños sino que también produce una reflexión sobre ellas y profundiza en la interpretación de su propia obra.
Se trata, en definitiva, de un relato de vida que desde una mirada muy personal analiza las peculiaridades del hecho artístico, los vínculos -muchas veces contradictorios- entre el arte y el mercado, las dificultades y hallazgos del proceso de creación y su relación con el juego infantil.
Laura Andrea Blanco
(Enero de 2013)