La carta de la señora González
Lairla, Sergio
Ilustraciones de Lartitegui, Ana
F.C.E. Los especiales de A la orilla del viento

El punto de partida de esta historia es el envío de una carta. La señora González le escribe al señor Lairla, quien ocupa sus sueños y su pensamiento. Ella es quien se encarga de ir al correo y parece muy preocupada porque llegue a destino. El cartero busca en el buzón. El aroma a cerezas, que envuelve a una de las cartas, lo empuja a un recorrido diferente esa mañana. La curiosidad altera el orden de su rutina y desencadena una sucesión de hechos extraordinarios.

La motivación parece tan caprichosa como el deseo. La travesía de la carta (y de nuestra lectura) está signada por una distracción. “Nunca se sabe cuando pueden torcerse las cosas” nos advierte el narrador al  principio del relato y nos brinda una clave de lectura. El texto se construye a partir de los desvíos, del alcance de algunas acciones que podrían pasar inadvertidas si no estamos atentos a los detalles.

Persiguiendo un intenso olor a cerezas el cartero cae en una zanja, cuya profundidad se asemeja al bostezo de un enorme pez que, en busca de otro pez, cae en un abismo.

La oreja de un león, el ombligo de una bestia, la garganta de un gigante son también, puertas de entrada a otros espacios que guardan otras historias. A la manera de cajas chinas un relato devora a otro, una historia esconde otra. La carta llega a manos del señor Lairla y el viaje comienza nuevamente.

María Marta Martínez
(septiembre de 2012)